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Cuento propio: el dinero y el suicidio

Entenderte


Era un día soleado pero con probabilidad de lluvias, las calles estaban alborotadas, todos los vecinos agrupados en la vereda de mi casa, pero no estaban solos, estaba la policía, la ambulancia, hasta periodistas, y a lo lejos lo veía a mi papá, y me preguntaba por qué no se acercaba a mi vereda como todos los demás. En un momento veo como los policías rompen la puerta con mucha fuerza y comienzan a entrar con los médicos. Hasta ese momento seguía sin entender que pasaba, mire a mi papá y él seguía en la misma posición, inmóvil, hasta que en un momento me señala la entrada de mi casa, y ahí entendí todo, en ese momento volvió mi alma a mi cuerpo.

Era 29 de Marzo, como todas las noches me hice mi comida, la emplaté y me senté en mi sillón a mirar la televisión, pero esa vez no le presté mucha atención, ya que algo me desconcentró: mi mente. Soy una persona que piensa mucho, obvio todos pensamos, pero yo pienso demasiado todo y todo el tiempo, la verdad  es un poco agotador, pero ya estoy algo acostumbrado, o eso creía.
Mientras trataba de parar mis pensamientos, me llegó un mensaje de voz de mi papá, me pareció raro, él casi nunca me manda audios y mucho menos tan tarde, a esa hora casi siempre él ya esta durmiendo. Mis ojos empezaron a nublar mi vista, cada vez veía mi living más oscuro. Cuando entre a su chat, vi la duración del audio y supe de que se trataba sin siquiera escucharlo. Era tan obvio, tan fácil se me era saber  que estaba alcoholizado y seguramente llorando, era tan obvio, justo ahora tenia que llegar, justo ahora que mis pensamientos están tan duros conmigo. A pesar de mi estado, decidí escucharlo solo porque es mi papá, no lo puedo ignorar, no quiero que se sienta peor de que seguro ya esta. Pero esta vez, decidí no contestarle, no es que no quería, no podía, del enojo tire al piso uno de mis espejos de mano que tenía justo en mi mesa ratonera, este se hizo mil pedazos, pero no me importó. Mis pensamientos cada vez eran más fuertes, me enredaban, como si tuvieran vida propia. Y trataba de no pensar en ellos, pero más lo intentaba y más aumentaban estos.
Mi cabeza estaba aturdida, pero logre ver en el televisor los números de la lotería, claro, ya era las 21:15, yo siempre miraba la lotería para ver si algún día tenia algo de suerte, por lo menos en el juego. Los números eran 3428, envuelto en lagrimas y traspiración, busco en el bolsillo de mi campera los números que yo había jugado: 3428, rio, rio mucho, pero la lagrimas opacan mi risa.
-¿Justo ahora tenía que ganar? pensé
- La primera vez que ganó y  lo único que quiero es que mis pensamientos se detengan, es lo único. Susurré mientras me agarra fuerte el pecho y el cuello con mis manos. Pero no, y ahora lo que tengo es muchos millones, pensamientos que no logro controlar y un mensaje de voz de mi papá que ignoré. Mire la tele, mire el chat de mi papá, y me vi en los pedazos de vidrio roto sobre mi alfombra, me vi, y ahí, entendí todo.

Vi mi cuerpo salir por la puerta de mi casa, me vi cubierto por una sabana blanca, vi como la policía trataba de quitar al montón de gente de la vereda de mi casa, vi y oí a la periodista diciendo algo como "este hombre de 25 años habría ganado la lotería ayer, pero él nunca llegó a buscar el dinero".
Y también vi como mi papá se acercaba a mi cuerpo y sin ningún gesto en su cara, abrazó mi cuerpo sin vida y gritando me pedía perdón, como yo recordaba. Y en ese momento, me entendí, me entendí a mi mismo.

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