Microcuentos: reescritura 2
Para entender mejor estos microcuentos, les recomiendo que primero se pasen por la entrada de "Microcuentos".
- El microcuento original pertenecía al género realista, al igual que este. La diferencia es la perspectiva.
"El camino para volver a ser un simple mortal"
Mi vida no era como quería. Me habían obligado a ser lo que era, querían que me encamine en el bien; pensaban que estaba perdido, y estaban en lo correcto. Mi padre me había abandonado cuando tenía 15 años; nunca se volvió a comunicar conmigo, tampoco me preocupé por buscarlo. Mi madre había muerto de leucemia cuando tenía 4 años. La única persona que me quedaba era algo así como un abuelo postizo, Tathagata, o como le decía yo, Tatha. Él era un monje que practicaba el budismo desde joven. Había conocido a mi madre luego de que ella se enterara de su enfermedad y buscara la fe para alivianar su dolor emocional. Desde ese entonces, comencé a tener contacto con él. Su verdadero nombre nunca lo supe, no le gustaba hablar de su pasado, más tarde entendí por qué.
Cuando mi padre se fue, él se hizo cargo de mi. Aunque él no vivía conmigo siempre estaba presente.
Mi adolescencia fue muy difícil y terminé envuelto en muchos embrollos que lograron que me expulsaran de la escuela. Tatha no me retaba, solo me decía que reflexionara. Cuando cumplí los 18, Tatha me dijo que la única solución que tenía era seguir el camino de la fe, de lo contrario iba a terminar como mi padre. En ese momento creí que eso era posible, pero elegir el camino de la fe fue el peor error de mi vida. Nunca pude conectarme con la religión como hacían los demás monjes. Me hicieron deshacerme de todo mis bienes materiales y alejarme de la sociedad. Pero algo pude conservar, mi libro, en este escribía mi día a día desde muy chico. Era mi forma de huir de este maldito monasterio en el que me había metido. Este estaba prohibido, ya que te distanciaba de lo importante, la fe. Un día, uno de los monjes me lo descubrió, yo le pedí por favor que no le dijera nada a Tatha, pero él se negó a mentir. Me dio la oportunidad de dárselo a Tatha al siguiente día. Dijo que de esa manera iba a demostrar arrepentimiento.
Yo no quería ni podía deshacerme de el, lo necesitaba. Toda la noche me desvelé pensando como hacer para no dárselo, pero no encontré ninguna respuesta. Al día siguiente debía dárselo si o si; salí de mi cama y fui directo con el libro en mis manos dispuesto a entregarlo. Sin darme cuenta estaba caminando por la orilla de un lago artificial que tenía el monasterio. Nunca lo había visto detenidamente. Para ser artificial era muy lindo. Me quede unos segundos mirándolo sin siquiera pestañar, y sin pensarlo dos veces agarré mi libro fuerte y me arrojé. Los demás monjes intentaron ayudarme, pero no saber nadar sirvió de mucho esta vez. Ellos estaban en lo correcto, Tatha estaba en lo correcto; estaba perdido y ni la fe me iba a salvar.
2. Género histórico (Mitología Griega).
"como siempre lo imaginaste"
Aquel día que nació Aetos, el rey Argus no dudo es desterrarlo de sus tierras y asesinar a sus padres. El rey dejó al niño Aetos lejos de su reino, solo y desamparado, esperando que la muerte llegue a él. Debía hacer todo lo posible para que la profecía no se cumpla. Pero lo que no sabía era que su tía Demetria lo iría a buscar para protegerlo.
Pasaron los años y Aetos se convirtió en un hombre fuerte y valiente, digno del trono.
Sus padres habrían deseado que se vengara sus muertes. Fue así que una noche de otoño, Aetos decidió partir hacia el reino de Argus y tomar venganza. Pero no estaría solo, estaría acompañado por sus amigos y en específico por el sacerdote que ayudó a su tía y a él toda su vida.
Al fin llegó al reino de Argus y luego de una larga batalla con sus soldados, logró encontrar al rey. Rápidamente reveló su espada de hierro en frente de sus ojos y lo decapitó. La profecía se había cumplido. Fue como siempre lo imaginó.
Al fin llegó al reino de Argus y luego de una larga batalla con sus soldados, logró encontrar al rey. Rápidamente reveló su espada de hierro en frente de sus ojos y lo decapitó. La profecía se había cumplido. Fue como siempre lo imaginó.
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